De entre todas las cualidades humanas, la inteligencia es nuestro mayor éxito evolutivo. La herramienta que permitió que unos simples primates se alzasen sobre sus patas y conquistasen el fuego, el mundo e incluso el espacio. Una habilidad tal que permitió que nos convirtiésemos en la especie dominante sobre este planeta; casi su juez y verdugo, pues son nuestros actos y el uso de esa inteligencia los que dictaminan los grandes cambios en la superficie y resto de seres de la Tierra. Nuestro atributo más característico, nuestra herramienta más útil y determinante, nuestra arma más peligrosa, y aquello que más nos caracteriza como especie y que nos define como “humanos”.
Dentro de esos humanos, en el universo cinematográfico de Marvel existe un grupo excepcional de los mismos. Hombres y mujeres con habilidades muy por encima de las de cualquier ser humano promedio, y entre esos humanos destaca la inteligencia de uno de ellos: Tony Stark. Este sujeto, que con su propio ingenio fue capaz de construirse una armadura capaz de igualarlo a los dioses nórdicos o a una bestia mutante y verde y que aspira incluso a más. Superar su condición de hombre. Ahí se encuentra uno de los rasgos más interesantes del personaje, pues es imposible que Iron Man supere su condición de hombre porque eso significaría dejar de serlo y convertirse en otra cosa, renunciar a ese «man» de Iron Man, algo incompatible con conservar su humanidad. La figura de Tony Stark es curiosa por sus fallos como humano a la vez que se constituye como un culto al transhumanismo.
Tony Stark suele jactarse de ser un genio. Tanto en cómics como en las cintas de Marvel Studios, donde se puso especial hincapié en ello. Dentro de este universo siempre ha aparecido como un genio reconocido —especialmente por él mismo— siendo la egolatría uno de los rasgos definitorios de su carácter. Pero, pese a todo, eso no significa que deje de ser humano. Al final de la primera parte de Los Vengadores (Joss Whedon – 2012) él vio algo ahí fuera, algo aterrador, y desde entonces ha estado intentando prepararse para ello.
Por primera vez en su vida, el Vengador Dorado empezaba a comprender lo pequeño e insignificante que era él para el universo. Pero su ego solamente le permitía comprender esto, no aceptarlo.
Sus esfuerzos siempre han transcurrido en la línea de enfrentar lo imposible y superarlo, siempre mediante las únicas armas que su condición humana le brindaban: Su propio genio. Su carrera como Iron Man es un culto a esta filosofía, desde sobrevivir cada día a la metralla incrustada en su pecho abriéndose paso hacia su corazón, hasta el ser, literalmente, un hombre volando.
Pero desde el momento en que se enfundó la armadura de Iron Man su comportamiento ha ido evolucionando y sus actos pasan de regirse por el poder (entendido como la posibilidad de llevar a cabo un acto) y comienzan a hacerlo por el deber. Es decir, si el motor que había antes tras su forma de comportarse era casi la curiosidad científica y el ver hasta dónde podía llegar y así alimentar su ego, con el tiempo la motivación que lo empuja a seguir adelante es, principalmente, el miedo. Y por eso debe seguir adelante, porque según su propio ego hay algo ahí fuera que sólo él es capaz de detener. Y su miedo a las consecuencias de no conseguirlo es lo que se esconde detrás de ese sentimiento de deber.
Aunque no sería justo considerar únicamente el miedo como el motor impulsor de sus acciones, si no que más bien va asociado a otro factor determinante y aún más humano: el amor. Dentro del universo cinematográfico de Marvel, Tony Stark ha sufrido un proceso de evolución durante el cual se ha ido desprendiendo (nunca del todo) de la faceta que lo presentaba como un capullo egoísta. Esto es gracias a la aparición del personaje de Pepper Potts y el romance que mantiene con el multimillonario propietario de Industrias Stark. La cuestión es que en esa línea que conecta responsabilidad y miedo se añade un nuevo elemento relacionado directamente con el corazón de Tony y que alimenta su obsesión: Debe proteger a la Tierra de las amenazas porque perder la Tierra implicaría enfrentarse al que se ha convertido ahora en uno de sus mayores miedos: perder a Pepper.
Tras los sucesos ocurridos en 2012 en Nueva York, cuando Tony Stark evitó, junto al resto de Vengadores, la invasión Chitauri y vio la amenaza que se acercaba, esa obsesión ha ido creciendo cada vez más.
Ya en Iron Man 3 podían verse las consecuencias de esto: El protagonista sufría de ataques de ansiedad y buscaba desesperado una forma de defensa contra los ataques que podrían acechar sobre la Tierra en el futuro. En aquella ocasión su “solución” fue enfrascarse en un ejercicio de egolatría tal que desembocó en la fabricación de un ejército de armaduras a imagen y semejanza del mismísimo Iron Man y que más tarde acabaría en desastre.
Y en Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon – 2015) Tony vuelve a fallar. Esa búsqueda constante de un adecuado protocolo de defensa, motivado por el miedo a perder la Tierra y junto al sentimiento de culpabilidad y responsabilidad por no haber hecho suficiente, acrecentado por las artimañas de Wanda Maximoff en su cabeza, provoca el nacimiento de Ultron, que a su vez acabaría engendrando a Visión.
Ultrón y Visión son dos caras de la misma moneda. Los reflejos, para bien o para mal, de la humanidad de Tony Stark.
Ultron es una perversión de la visión de Tony Stark de proteger al mundo. Según sus propias palabras quiere proteger a la humanidad, sin embargo lo único que dice sentir es cólera. Una máquina enfurecida y cabreada con la humanidad como lo era la computadora militar AM en el cuento de ciencia ficción de Harlan Ellison “No tengo boca y debo gritar”:
“Odio. Déjenme decirles todo lo que he llegado a odiarlos desde que comencé a vivir. Mi complejo se halla ocupado por 387.400 millones de circuitos impresos en finísimas capas. Si la palabra odio se hallara grabada en cada nanoangstrom de esos cientos de millones de millas no igualaría a la billonésima parte del odio que siento por los seres humanos en este microinstante por ti. Odio. Odio.”
Se produce una situación paradójica: Tony Stark utiliza tecnología que no comprende para intentar proteger a la humanidad mientras que Ultron quiere utilizar la tecnología para proteger algo que no comprende. La consecuencia lógica de su razonamiento es el mismo que tantas otras veces hemos visto en obras de ficción que exploran el desarrollo futuro de las inteligencias artificiales: el ser humano es un error, un virus que debe ser exterminado para poder preservar el resto de vidas en la Tierra, y por eso le habla a su padre de evolución: “Pero no lo has pensado bien. Quieres proteger el mundo, sin que cambie… ¿Cómo salvar a la humanidad si no se le permite evolucionar?”, le espeta su propia creación a Tony. Para que el mundo pueda sobrevivir, Ultron ve necesario el acabar con la humanidad. En contraposición a este discurso el Capitán América le terminará diciendo a la Viuda Negra durante el ascenso de Sokovia que salvar el mundo no vale la pérdida de una sola vida.
Ultrón es el genio de la humanidad desprovisto de toda humanidad. La lógica llevada al extremo en la búsqueda de proteger a la Tierra de lo que sería la futura amenaza de Thanos, nacido de la fusión de los intelectos de Bruce Banner y Tony Stark, las mentes de dos de los humanos más inteligentes del universo cinematográfico de Marvel, pero mentes humanas —y por tanto falibles— a fin de cuentas.
El androide, obra del vengador dorado y el gigante esmeralda, parece aspirar a que la humanidad, en su extinción, alcance los postulados de la teoría del Punto Omega1 desde la perspectiva transhumanista que entiende este estado de la evolución como la convergencia entre biología y tecnología, convirtiéndose el propio Ultrón en el máximo exponente de esa nueva humanidad evolucionada que reemplazará a la que él considera una plaga.
En el otro lado de la balanza se encuentra Visión. No tanto como seres diametralmente opuestos sino como resultados de sucesos similares sujetos a decisiones que en un determinado punto separan sus caminos por ramas que entienden un mismo concepto desde perspectivas confrontadas. La creación de Ultrón y Visión se diferencia en la intervención de Dios. Ultrón es la obra del hombre intentando crear vida manipulando fuerzas que no comprende. Visión es fruto de la colaboración entre el hombre y Dios. En su creación intervienen en conjunción distintas fuerzas y voluntades: El hombre —encarnado por Tony Stark y Bruce Banner—, la creación del hombre —es el propio Ultrón quien comienza a fabricar el cuerpo del que está hecho Visión—, y la mano de un Dios —Thor, que insufla la chispa de la vida en el androide con su martillo—.
Si Ultrón era un reflejo de las ideas de Tony Stark pervertidas por la lógica, Visión son estas ideas alcanzando una forma más elevada. Segundos antes de la intervención de Thor sucede una pelea que involucra a la mayoría de Vengadores y el conflicto del hombre, reflejado en las figuras de los Vengadores y esta disputa que tienen por los actos de Tony, acaba creando a Dios. Un Dios que representa algo más cercano al concepto de virtud que a la visión católica de la figura de Dios, pero aún así las reminiscencias al cristianismo están presentes en la cinta de Joss Whedon.
Analicemos qué ocurre en la escena posterior al nacimiento de Visión:
La primera acción de este nuevo androide al ser creado es atacar a Thor, un “falso” dios si lo consideramos desde una perspectiva monoteísta. O, visto desde una perspectiva humanista, la obra del hombre “matando” al Dios que le ha dado la vida. Luego, el nuevo héroe observa desde las alturas a la humanidad y a sí mismo en el reflejo y cuando es preguntado acerca de su identidad responde esto: “No soy Ultron… No soy J.A.R.V.I.S. soy… YO SOY.” La fórmula “YO SOY” es una de las más comunes empleadas en la Biblia por Dios (y Jesús) para referirse a sí mismo y que viene a expresar su condición de Creador que existe por sí mismo, lo ha hecho por siempre y por siempre lo hará, equiparándose Visión con la figura de un Dios defensor de la Vida en todas sus formas, en contraste con Ultrón. Y a su vez, equipara al hombre con la figura de Dios y viceversa: por ejemplo, el diseño de Visión en su primera aparición es rojo en prácticamente todo su cuerpo, recordando al aspecto del cuerpo humano recubierto de músculos.
Visión y Ultrón son dos opuestos, pero no entre bien y mal. Ni Visión es fundamentalmente bueno ni Ultrón es fundamentalmente malo. En cierto modo ambos están intentando proteger la vida, pero uno acepta que no se puede controlar todo y solucionar todo y el otro no. En esencia, Visión está asumiendo su humanidad, su no-omnipotencia. No es un Dios pues no puede serlo si ha sido creado por la mano del hombre, asume por tanto que sólo es un hombre, como debería asumirlo Tony pues Visión es el genio de este aceptando sus limitaciones.
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Así, encontramos una trinidad formada por el hombre (Tony Stark) imperfecto y falible, una versión retorcida y/o defectuosa de las ideas de este (Ultron) y una visión más elevada de las mismas (Visión), casi como la propia versión de su dios y su demonio particulares que configura Tony Stark a partir de sus actos.
1Punto omega es un término acuñado por el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin para describir el punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma.
Fuente:
://espadaypluma.com/2019/04/03/tony-stark-a-traves-del-transhumanismo-y-la-deidad/