Solo cambió de un balcón a otro del mismo edificio autoritario. Y sólo cambió el rótulo porque las prácticas autoritarias son las mismas solo que desde sus respectivos puntos de vista.
No asombra que ese personaje intente hacer creer que ha cambiado hacia un bando opuesto, puede que un toque distinto pero en sus prácticas llevan la misma sangre autoritaria y totalitaria.
Es similar a dejar las drogas psicofármacos y cambiarlo por el opio de la religión.
Comparto esta lectura para que vean que no todxs lxs “antivacunas” somos fascistas, ni que todxs lxs fascistas son “antivacunas”
De fascista a transhumanista
Mi nombre es Piero Gayozzo Huamanchumo, tengo 25 años, estudio ingeniería industrial, organizo actualmente un grupo para la investigación y difusión del transhumanismo en el Perú (Instituto de Extrapolítica y Transhumanismo – IET) y fui un legionario, es decir, miembro de la agrupación fascista juvenil Acción Legionaria.
Considero importante iniciar mi incursión en La Mula narrando un capítulo superado y olvidado de mi vida, pero del cual debo rectificarme.
Era el año 2009 y por televisión vi una noticia que llamaría mi atención por lo ridículo de la nota: habían capturado a un grupo de neonazis peruanos practicando tiro en una zona prohibida del Callao.
://yewtu.be/watch?v=RADM-XDoSt4
://archivo.peru21.pe/noticia/326776/fiscalia-denuncia-cuatro-presuntos-neonazis-detenidos-callao
Años más tarde, quién imaginaría que me cruzaría con dos de ellos, Javier Aliaga como el creador de la idea y líder de facto e Israel René Lira como el portador del título de jefe, en un proyecto fascista llamado Acción Legionaria (ahora Crisolismo).
En el año 2013 hice mi primer contacto por correo electrónico con Acción Legionaria. Finalizó con una primera reunión en el Centro Español del Perú ubicado en Jesús María. Decepcionado de lo que vi, tuvo que pasar medio año para que tras cavilarlo decidiera, por lo “novedoso” que me parecía el producto en aquellos tiempos, participar en el incipiente proyecto. Aquella primera vez tuve roces ideológicos con los pocos militantes que formaban el grupo, un hecho que marcaría mi ingreso y significaría el desfavor inicial de los militantes en mi futura participación “política”.
Un año después ingresé como candidato a la militancia, participé del Segundo Congreso Legionario y ofrecí mi primer discurso. Eran pocos, pero el proyecto, de ser organizado correctamente, prometía florecer. Al tiempo de trabajo y dedicación, por mis contribuciones fui ascendido a Líder de la Primera Escuadra Legionaria “Antonio Navala Huachaca” a la par de que mis habilidades administrativas me supusieron la Intendencia de Economía y Recaudación. Finalmente ocupé el cargo de Líder Nacional de Logística y Tesorería y me volví un miembro del Estado Mayor, uno de los 5 hombres con mayor rango en Acción Legionaria. Toda esa trayectoria me permitió conocer el proyecto y a sus gestores a profundidad.
¿Por qué ingresé a Acción Legionaria? Sencillo. El sentimiento peruanista heredado del colegio y de la familia, en un estado de inmadurez ideológica-académica me inclinó a abrazar el nacionalismo como forma de interpretar el mundo: el Perú sobre todo era el lema favorito. Esto sumado al fervor político pueril me hizo buscar agrupaciones de tendencia ultranacionalista en diferentes rincones. El contexto me llevó a toparme con un naciente proyecto político, Acción Legionaria, el cual decía exacerbar la bandera del nacionalismo (digo “decía” porque en sus inicios descubrí que era una combinación de filo-nazismo y fascismo italiano disfrazado de nacionalismo peruano), además de promover el “correcto comportamiento del hombre”, las “buenas costumbres” , revalorar el “pasado glorioso” y ser una agrupación “meritocrática”. Vale aclarar que nunca compartí el sentimiento filo-nazi que se vivía dentro (había quienes portaban pines con la esvástica y otra indumentaria afín), que siempre velé por peruanizar la ideología junto a un puñado de militantes, y dejo como constancia lo que los ex miembros siempre recordarán que solía decir: “por sobre fascista soy un ultranacionalista”. Mi error fue creer que con ese puñado de jóvenes peruanistas podíamos cambiar la agrupación.
La inmadurez de pensamiento fue el motivo de mi nacionalismo (el mismo que agobia a todo nacionalista). La típica crianza conservadora (colegio católico, matrimonios familiares estables, la lenta apertura de nuestra sociedad al mundo) fue la razón que me invitó a complementar mi ultranacionalismo con la moral fascista. La vigorosidad juvenil me hizo creer ser un paladín de lo correcto en un mundo “decadente”.
En otras palabras, ignorancia + inmadurez + conservadurismo + juventud = ultranacionalismo fascista.
Conspiraciones, intentos de derrocamiento, anhelos de terceros por obtener el poder de un grupo de 30 miembros, acusaciones de traición e inestabilidad rodearon el mes final del año 2015. En ese contexto de altercados se formaliza mi salida de la agrupación. Se acusa a varios militantes de conspiración, entre ellos a mí, y se nos expulsa. Solicité mi derecho a presentar un descargo y se llevó a cabo un circo: “una corte legionaria”. Se me pidió disculpas por el exceso para conmigo, se me declaró inocente y fui invitado a continuar dentro del proyecto, opción que denegué. Había visto la política corrupta que querían limpiar en el seno de quienes decían ser los salvadores. Era el fin de Acción Legionaria en mi vida.
En los meses venideros retomé el estilo de vida del que me había alejado. Las nuevas experiencias, las amistades y la familia me hicieron recuperar el sentido de una vida libre, joven y dispuesta a explorar el mundo. Por aquel entonces llegan a mis manos una obra de Víctor Raúl Haya de la Torre y algunas novelas históricas que enriquecieron mi contemplación de la política y de la historia. El interés por la física, la química y la biología volvió a mí y aquel saber me alejó del fascismo al mostrarme el funcionamiento del mundo una vez más. Redescubrí que la vida no era gris, que la libertad no tenía precio y que un futuro beneficioso para todos podía volverse una realidad. Retomé mis estudios universitarios y, gracias a un amigo, conocí la filosofía moderna, el racionalismo técnico y la metafísica de la ciencia, puntos a partir de los cuales supe que el nacionalismo había caducado, mi mente había madurado. Exploré un mundo nuevo y noté que había quienes avizoraban un futuro mejor para la humanidad en una corriente novedosa de pensamiento: el transhumanismo.
Fue así que de la consideración del Perú por sobre el mundo, un pensamiento muy inmaduro, pasé a reconectarme con la ciencia, con la vida y principalmente con la libertad. Descubrí que hay ideas del pasado que tuvieron su contexto y no deben retornar. Noté que tanto el nacionalismo como el comunismo son un recuerdo de la niñez intelectual del mundo. Supe que no existía una única forma conservadora de vivir la vida, sino que la vida es tan bella, valiosa y diversa que se expresa de múltiples maneras. Experimenté cómo la ciencia y la tecnología se unen para conectarnos aún más en un mundo que supera fronteras y concluí que un mañana común puede forjarse, que los problemas de la humanidad demandan de un mañana que garantice el bienestar mundial y el progreso humano. Solo debemos superar los sesgos del ayer y abrazar la tecnología basada en la razón y la libertad.
De Acción Legionaria, de sus proyectos, de sus mentiras, del hambre de poder interno, del marcado amiguismo, del chisme y de la chacota que mancillaban sus reuniones, del racismo y de la alienación de sus jefes y militantes, de las metas y la intención de los jóvenes adultos que la integraron por cambiar el país (no sé si para bien o para mal), de que era un proyecto con futuro, sobre la evolución de pensamiento interno (del nazismo al fascismo y del fascismo al nacionalismo), sobre los amigos que conocí, sobre los buenos momentos y sobre su integrantes puedo decir mucho, pero no es la ocasión para ello.
Este espacio tiene como propósito principal pedirle disculpas a las víctimas y familiares de las víctimas del Holocausto nazi, a quienes sufrieron los estragos del fascismo y a quienes son vulnerados y oprimidos por las dictaduras, los Estados abusivos y las guerras producidas por los sentimientos nacionalistas, a quienes son víctimas de la corrupción del poder, a quienes no viven libres y son discriminados por su orientación sexual, perseguidos por su género y criminalizados por pensar diferente. Desde este pequeño espacio, a todos ellos, les pido perdón por haber participado y trabajado en un proyecto que enarboló aquello que no debiera volver jamás: el abuso, la tiranía y el derramamiento de sangre. Si la experiencia tiene un precio en la juventud, el mío sería cargar con el peso fascista.
Hoy, tras un aprendizaje largo, puedo decir que, cuando te das cuenta de que no hay bandera ni lenguaje que te haga mejor que nadie, de que todos somos iguales, de que no cabe en estos tiempos una definición de nación más que la legal, cuando ves que la vida es diversa y su expresión igual de rica y notas que el mañana nos une, alcanzas una mayor madurez. Notas que no hay sistemas cerrados, sino que todos formamos un gran sistema abierto llamado humanidad.
://extrapolitica.lamula.pe/2018/09/18/disculpas/pgayozzo/